En los últimos años, afortunadamente, hemos pasado de ser meros clientes de las empresas a ser protagonistas de nuestra relación con ellas, con un reequilibrio de las relaciones que tradicionalmente nos habían situado en una posición de inferioridad. Ahora somos cada vez más activos, exigentes y críticos, ejercemos nuestros derechos y reclamamos nuestro espacio.
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